La industria petrolera y parte del gobierno galo buscan sortear la ley que prohíbe la fractura hidráulica en el país, el primero del mundo en prohibir la técnica. Con nuevas estrategias de comunicación y un aceitado proceso de lobby el objetivo es comenzar a fracturar mediante la inyección de propano. ¿Con experimentación en Argelia? El OPSur entrevistó a miembros de los colectivos franceses e indagó sobre las disputas que se abrieron en 2011 tras la aprobación de la ley, norma que definen como ‘frágil’. Técnicas alternativas, supuestamente menos lesivas para el ambiente, no esquivan el problema central: la expansión de la frontera extractiva por combustibles fósiles.
Por OPSur.- Francia fue el primer país que prohibió la técnica experimental de extracción de hidrocarburos denominada fractura hidráulica. Mientras otros países avanzaron con moratorias nacionales, regionales y locales, Bulgaria elevó nuevamente el piso al convertirse en el segundo país que prohibió la técnica, en 2012. En Argentina, estos ejemplos fueron tomados en cuenta el año pasado para la prohibición en Cinco Saltos, Río Negro, y la presentación de proyectos en varias instancias municipales, provinciales y nacionales. En 2011, a meses de aprobarse la ley en Francia, el OPSur entrevistó a integrantes del colectivo Île-de-France, en aquella oportunidad se detalló el proceso de génesis y articulación de numerosas organizaciones que resistieron la campaña exploratoria. La alta movilización popular lograda fue clave para poner freno a las apetencias de las empresas y el gobierno. Aún así, la falta de claridad y alcance de la norma, que ya exponían los entrevistados, son las grietas que hoy encuentran los sectores petroleros y parte del gobierno para una nueva ofensiva.
Contexto oportunista
Sin vueltas, Isabelle Lévy, del Colectivo de Pays Fertois, dispara directamente contra el gobierno nacional: «La situación es frágil, la gente que votó la ley no buscó realmente prohibir la exploración y explotación de la roca madre». Es central para ella comprender el particular contexto en el que emergió el tema: la movilización popular de los colectivos logró generar no sólo un rechazo mayoritario de la población sino que también caló en plena campaña electoral. Obligados a posicionarse, los diversos partidos buscaron impulsar (y capitalizar) proyectos para prohibir el fracking. Rápido de reflejos, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), con Nicolás Sarkozy a la cabeza, rubricó una ley a su gusto, al hacer uso de la mayoría parlamentaria. Valga la paradoja, el proyecto lo presentó el mismo ministro que había impulsado la concesiones.
Pero como detallaba Lévy, el problema principal de la ley es que no prohíbe la perforación de yacimientos de hidrocarburos no convencionales. La UMP logró sortear esta discusión de fondo al no definir exhaustivamente la fractura hidráulica y permitir la perforación con fines científicos. En ese momento opositor, el Partido Socialista (PS) tomó estos puntos para criticarla duramente y justificar su abstención. Lévy aporta otros elementos para entender el oportunismo político de la UMP: la ley nunca fue publicada en el Boletín Oficial y, por lo tanto, no fue reglamentada. A pesar de todo, y con bombos y platillos, se logró el objetivo de calmar las aguas y desmovilizar a miles de personas. Francia se convirtió en el primer país en el mundo prohibir el fracking. ¿Fin de la discusión?
Ambigüedades oficialistas
En 2012 François Hollande (PS) ganó las elecciones nacionales y logró un hecho histórico para su partido: obtener la mayoría en ambas cámaras del Parlamento. ¿Tiempos de cambio? Hasta ahora y a pesar de la nueva coyuntura, (en su momento) los fieros críticos de la vigente ley se han mostrado más bien refractarios en impulsar cambios e, incluso, abren la posibilidad a futuros proyectos hidrocarburíferos. Las personas entrevistadas arguyen que la falta de decisión por parte del gobierno francés es un reflejo de la disputa que se viene sosteniendo hacia adentro entre corrientes ‘desarrollistas’ y ‘ecologistas’. Estos últimos están representados en el Partido Verde -que forma parte de la coalición de gobierno y detenta dos ministerios- y cuenta con aliados en el PS.
En enero de este año el diputado verde François-Michel Lambert presentó un proyecto de ley que justamente busca la prohibición definitiva de toda intervención en hidrocarburos no convencionales. El parlamentario, además de suscribir a las críticas ambientales y el principio precautorio, sostiene que es poco estratégico para un país volcar cantidades sustanciales de fondos públicos en una actividad que tiene un horizonte de veinte años. Esta iniciativa, hasta el momento, no ha tenido ningún avance y no parece encontrar eco en sus aliados de gobierno.
Por otro lado, la corriente ‘desarrollista’ eleva las banderas de la seguridad energética y la capacidad dinamizadora que tendrían los hidrocarburos no convencionales en la economía nacional. Anna Bednik, del colectivo de Île-de-France, afirma que el representante más claro es Arnaud Montebourg, Ministro de Reordenamiento Productivo. De acuerdo a este sector, en un contexto de crisis internacional, precios record de los combustibles fósiles y estancamiento de la economía francesa, la propuesta podría aportar más de 6.000 empleos y reducir considerablemente las importaciones de hidrocarburos.
Pero las internas gubernamentales no parecen ser una cuestión que se soluciona únicamente puertas adentro. Además de una esperable presión empresaria, los movimientos y fuerzas que se oponen al fracking tienen que lidiar con la misma planta técnica del Estado. Lévy explica que la postura de Arnaud «no es sólo por su posición de gestión, sino por su carácter de representante de los colegios de Minas y Politécnico». Estas escuelas de formación de la burocracia francesa integran el aparato del Estado y juegan un rol propio dentro del poder político. «La clase política cambia pero la línea estatal continúa. Son ellos los que han impulsado las centrales nucleares y en este momento promueven la explotación de esquisto.» Bednik sostiene que esto se vio muy claro en las limitaciones que se han impuesto a la ley vigente.
Ruido por arriba, cerrando filas por debajo
«Hay una ofensiva diferente de los grupos corporativos. Para habituar a la gente a la idea [del esquisto] se inició una fuerte campaña mediática. Los periodistas, del diario Le Monde, por ejemplo, son invitados a recorrer EE.UU. y conocer el milagro de los no convencionales», detalla Lévy. Las buenas noticias y las apetencias de emirato se combinan con monstruos del lenguaje. Lévy cuenta que «el vocabulario es también una estrategia política y, por eso, hemos visto un cambio semántico en los últimos tiempos. Hoy en día [a la fractura hidráulica] se la empieza a nombrar como estimulación por micro-fracturación o incluso como ‘masajes a la roca'».
Pero otro hecho que ha concentrado las miradas y donde se vislumbra la ofensiva es la reforma del Código de Minería. Si bien es vetusto, y según las entrevistadas la reforma no sería una muy profunda, por qué modificar el Código, en un país con escasa producción y reservas de hidrocarburos convencionales. Lévy explica que «la mayor modificación sería sobre las regalías, se está buscando que estén distribuidas entre el Estado nacional y la localidad, la comuna. Es una manera de contener y mantener a todos contentos, todavía no están definidos los porcentajes». Otras modificaciones apuntarían a centralizar y facilitar el proceso licitatorio. Una reforma que encaja perfectamente con los lineamientos propuestos por EE.UU. cuando en un proceso similar asesoró a las autoridades de Ucrania, un caso de por sí paradigmático, y que en nuestro país encuentra su correlato en la flamante ley de hidrocarburos sancionada por la legislatura chubutense a fines de 2012.
Estas dos acciones –los cambios en el lenguaje corporativo y en el Código de Minería- se montaron en paralelo a sigilosas movidas institucionales, que incluyen al PS en conjunto a otros partidos y actores empresarios. Como se detallaba, modificar la ley vigente que prohíbe el fracking atraería demasiada atención y revuelo, incluso esta establece que el gobierno debería convocar a una Comisión para que evalúe caso por caso las perforaciones científicas. Lévy afirma que una convocatoria abierta sería una provocación directa al movimiento de los colectivos y llamaría nuevamente a las calles. La clave, entonces, se encuentra en otro lado: la Oficina Parlamentaria para las Cuestiones Científicas y Técnicas.
A fines del año pasado los integrantes de la Oficina, dieciocho diputados y dieciocho senadores decidieron que era necesario investigar las técnicas alternativas a la fracturación hidráulica para la extracción de gas de esquisto. Con este fin se encomendó el trabajo a un diputado (PS) y un senador (UMP). Para que no queden dudas del sector que prima en el PS, Lévy aclara que «la gran diferencia con la comisión que se había creado en el momento de tratar la ley actual es, que en este caso, ambos son pro fracturación». A velocidad record, en enero de 2013, la Oficina publicó un informe donde define primeramente qué es la fracturación hidráulica: la que utiliza agua. Lévy subraya, atinadamente, que toda fracturación que no sea con agua no será hidráulica y, por ende, no está prohibida. El estudio concluye que en vistas de las técnicas en danza existe una, y solo una, que ya se usa en EE.UU., que puede garantizar el doble objetivo de protección ambiental (no utilizaría ni agua ni productos químicos) y efectividad productiva: la fracturación con gas propano.
De acuerdo al plan de trabajo establecido previamente, se anuncia la convocatoria para mediados de abril a una rueda de prensa para detallar la técnica alternativa. Luego se convocarán audiencias con expertos y empresas, viajes a América del Norte y Polonia y, finalmente, se espera el informe definitivo para el segundo semestre de este año. A su vez, se aclara que se amplía el campo de estudio a todos los hidrocarburos no convencionales y no se enfocará únicamente en el gas de esquisto.
Las entrevistadas señalan un punto a destacar sobre el avance sigiloso para la implementación de esta técnica: en la concesión de Mairy –donde ya se ha perforado verticalmente- una de las compañías es Edgon. Ésta es subsidiaria de eCorp, que también administra una empresa especializada en fracturación con propano: eCorpStim. En el portal de esta última, se anuncia que en una flamante encuesta el «80% de los franceses estaría a favor de experimentar con una tecnología alternativa a la fractura hidráulica».
Lévy es enfática. «[Con las últimas medidas] uno ve la manifestación de poder del Estado porque esto es un oficio parlamentario, y no de un ministerio. Son los ‘representantes del pueblo’. Ellos solos han definido qué es la fracturación hidráulica y ellos solos han definido que no es una técnica experimental, es la alternativa real.» La nueva estrategia es entonces «por la regulación, por el cambio de técnica, con un cambio del nombre que dejará finalmente a la ley intacta, la preservará». Punto y aparte, fin de la discusión: Francia puede explotar sus hidrocarburos no convencionales.
Pruebas de campo fronteras afuera
Las discusiones internas van por un camino que algunas veces se empantanan, se dilatan. Pero si las empresas francesas encuentran trabas y frenos para operar en su territorio qué mejor que cruzar las fronteras y, si es de la mano del gobierno, mejor. En este punto la mayoría del PS que apoya a la extracción de hidrocarburos se ha movido rápidamente.
La compañía Perenco fue la primera operadora en fracturar en el norte de África. En 2010, asociada a la empresa estatal de Túnez, perforó varios pozos y ya se encuentra en etapa de producción. La trasnacional Total, como informa en su página web, lleva varios años invirtiendo en este tipo de yacimientos y cuenta con inversiones en casi todos los continentes. De este lado del Atlántico, extrae gas de esquisto de EE.UU. junto al mayor productor global Cheasepeke. En Argentina ha sido la primera empresa que ha interconectado sus pozos de esquisto con la red de distribución gasífera y opera en 8 áreas, entre yacimientos tight y shale; sin ningún reparo, al avanzar en la exploración en el área San Roque, fracturó hidráulicamente en la reserva provincial Auca Mahuida. La lista de proyectos de hidrocarburos no convencionales sigue y se extiende por Australia, China y Polonia.
Laboratorio de química en Francia. Fuente: tourisme-verrieres-91.fr
Pero ha sido en el caso de Argelia, la cuarta fuente de abastecimiento de los galos, donde las cartas (coloniales) se han puesto sobre la mesa. Allí Total, en conjunto con la empresa estatal argelina, proyecta iniciar en 2014 la producción de gas de arenas compactas (tight) en el área Timimoun, para su posterior exportación. Hasta el momento no dista de un esquema tradicional de saqueo, pero la nota la ha dado el mismo gobierno francés. Entre diversos acuerdos firmados en diciembre del año pasado con su par su par argelino, uno se dirigía al gas de esquisto. Según declaraciones del Ministro de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, al diario Le Point, desde el gobierno galo se apoyaría la experimentación con nuevas técnicas. Amigos de la Tierra-Francia emitió un comunicado donde demanda que «Francia debe dejar de pensar en Argelia y sus antiguas colonias como sus laboratorios experimentales, jugando al aprendiz de brujo en detrimento de las condiciones de vida de la población local y sus entornos. Recordemos que entre 1960 y 1966, Francia ha hecho muchas pruebas nucleares en el desierto argelino y, aún hoy, niega como causa de su responsabilidad el desastre ambiental y de salud.» Un mes antes, Hollande había afirmado que lo que se descartaba era la técnica y no la explotación, por lo que las investigaciones sobre nuevas formas seguían en curso. En ese momento, el olvidadizo mandatario, no mencionó un pequeño tema: dónde se harían. Entonces, ¿cuánta verdad hay en las afirmaciones de la inocuidad de la fracturación con propano?
Si hay ambigüedades dentro del gobierno parece que la corriente que impulsa la explotación de esquisto y, posiblemente, otros yacimientos no convencionales, ha desplegado rápidamente sus cartas sobre la mesa. Que el centro del debate sea la técnica parece obviar las críticas históricas que ya pesan sobre la extracción de fósiles. ¿Es realmente deseable y posible que nuevas técnicas eliminen las consecuencias inherentes a la industria? Y, a su vez, qué lugar tenemos los países del Sur, ¿seremos conejillos de indias de empresas trasnacionales y gobiernos centrales en pos de su abastecimiento energético?